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"Verás que todo es mentira,verás que nada es amor,que al mundo nada le importa...¡Yira!... ¡Yira!...Aunque te quiebre la vida,aunque te muerda un dolor,no esperes nunca una ayuda,ni una mano, ni un favor" (Enrique Santos Discépolo)

lunes, 2 de abril de 2012

Malvinas, una causa nacional y continental a 30 años


Hoy, 2 de abril se cumplen 30 años del desembarco argentino en nuestras Islas Malvinas. Como todos los años, el recuerdo despierta todo tipo de análisis político sobre el significado de esa fecha.
Lo primero que hay que remarcar es que las Islas forman parte integral de nuestro territorio, por historia, por legalidad y por coherencia. Malvinas es una causa nacional. Forma parte de la identidad de los argentinos desde hace muchos años, incluso antes de la recuperación momentánea en el año 1982. En contraposición a la minimización del tema que pretenden imponerle un grupo de intelectuales como Beatriz Sarlo, la importancia geopolítica de este territorio es relevante.
Un estudio pormenorizado del ex diputado nacional Mario Cafiero sobre la extensión marítima alrededor de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur indica que los ingleses han ampliado la autoproclamada Zona Económica Exclusiva a 200 millas y hasta 350 millas su plataforma continental, una superficie que abarca 3.500.000 km2. El territorio continental argentino tiene una superficie de 2.780.400 km2. Inglaterra tiene, además, un reclamo sobre el sector antártico argentino de aprox. 3.000.000 km2. En materia de riqueza petrolera, el potencial es gigantesco. Las últimas informaciones hablan de 12.850 millones de barriles en reservas probables. Suponiendo que de esa cantidad, el 50% resultara efectivamente probada para su extracción, se estaría llegando a la cifra de 6.500 millones de barriles, lo que significa un 320% más que las reservas de nuestro país [1].
Varias empresas son las que están involucradas en el negocio petrolero de la zona de Malvinas: Falkland Oil Gas, Argos, Rockhopper, Desire y Borders and Southern. Estas a su vez, contienen participación accionaria de empresas con intereses en nuestro país, entre ellas bancos, financieras, empresas mineras, etc. Existe una ley, la 26.659, con estado de aprobación que propone sanciones a aquellas empresas que operan en el país y que poseen intereses en Malvinas. Incluso el Gobierno Nacional ha anunciado que se iniciarían acciones legales contra empresas petroleras que operan en Malvinas.
En este nuevo aniversario, se impone el recuerdo de quienes lucharon y dieron su vida para defender nuestro territorio. Esto no significa reivindicar a quienes, con esta acción, pasaron a ser vivados momentáneamente en los balcones de la Casa de Gobierno, dejando de lado su responsabilidad en los crímenes cometidos para implantar a sangre y fuego el comienzo de la desindustrialización y destrucción del Estado de Bienestar mediante la implantación del modelo neoliberal aún vigente, tal como lo describe el recordado Rodolfo Walsh en su Carta Abierta a la Junta Militar. Incluso no significa reivindicar a aquellos implicados en castigos y torturas en el mismo campo de batalla. Sino más bien, destacar a los soldados y oficiales que con su arrojo y valentía quedaron en las páginas de nuestra historia como héroes nacionales.
De los 649 compatriotas caídos, la realidad indica que el 10% eran oficiales y el 40% suboficiales. En el Ejército, donde se cuenta con datos más precisos, murieron un oficial cada 48 oficiales movilizados, un suboficial cada 57, mientras que los soldados murieron en una proporción de uno cada 52. Es decir, que los oficiales murieron combatiendo junto a los soldados en una proporción similar, a pesar de la incredulidad que puedan generar estos datos  [2]. Sobre todo en uno de los grupos que más resistieron el avance inglés, el BIM 5.
Para los veteranos de guerra que participaron de los combates, la vuelta a casa significó la indiferencia, el desamparo y la desilusión. Las secuelas físicas y psicológicas se contaron por miles. La cantidad de muertos por suicidio supera la cantidad de muertos en combate terrestre. Esto es algo que nuestra sociedad nunca pretendió hacerse cargo, a pesar de que quienes lucharon en suelo malvinense lo hicieron para defender el territorio nacional. Las políticas de los sucesivos gobiernos desde 1983 incentivaron esta situación. Es conocida la política de desmalvinización de Raúl Alfonsín durante su presidencia. Parecía que a los veteranos de guerra había que esconderlos debajo de la alfombra. Era parte de la vergüenza seguramente concebida por la concepción y la valoración de quienes llevaron adelante la guerra, en su mayoría relacionados con el genocidio llevado adelante durante la Dictadura Militar. Durante la década del 90, junto con la enajenación del patrimonio nacional en manos de empresas extranjeras, la política sobre Malvinas no pasó más allá del intento de envío de los ositos de peluche por parte del ex canciller Guido Di Tella para ganarse la simpatía de los “kelpers”. En 1990, los presidentes Menem y Cavallo, firmaron el Acuerdo de Madrid, aún vigente, que acepta el dominio de Inglaterra en el mar aledaño a las islas y se le otorga el derecho de controlar y supervisar la política de defensa de la Argentina en el Atlántico Sur.
En la actualidad la reivindicación de los derechos sobre Malvinas es, no sólo nacional, sino continental. Los presidentes de los países de Sudamérica, desde distintas ideologías, se han expresado a favor de nuestros derechos y de una salida negociada. Malvinas es una causa del Continente.
Es una muy buena ocasión para decir la palabra PATRIA con orgullo y aspirar a su construcción en forma justa, libre y realmente soberana.

Martín Scalabrini Ortiz

Fuentes:
1. http://www.cronista.com/contenidos/2012/03/15/noticia_0051.html
2. Batallas de Malvinas, Pablo Camogli, Ed. Aguilar, 2007



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