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"Verás que todo es mentira,verás que nada es amor,que al mundo nada le importa...¡Yira!... ¡Yira!...Aunque te quiebre la vida,aunque te muerda un dolor,no esperes nunca una ayuda,ni una mano, ni un favor" (Enrique Santos Discépolo)

jueves, 30 de julio de 2009

El ¿crecimiento? de la refinación en YPF en los últimos 15 años.

Uno de los procesos a los cuales se somete el petróleo para su industrialización es la refinación. Mediante ella se obtienen los principales hidrocarburos que se consumen diariamente, entre ellos la Nafta, el Gasoil y el combustible para aviones, además de materias primas que son utilizadas en la industria petroquímica. La elaboración del petróleo forma parte de uno de los procesos industriales que el país debe poseer para obtener combustible barato y en abundancia, con el objeto de cubrir la demanda y el desarrollo interno. Es fundamental para desligar el precio de los combustibles a los vaivenes del precio internacional, pudiendo de esta manera utilizarlo como llave o motor del desarrollo industrial nacional. Esta lógica fue demostrada por los resultados obtenidos por el Gral. Ing. Enrique Mosconi al frente de YPF durante la década de 1920.
En la Argentina, el mayor refinador de crudo es YPF S.A., empresa controlada en un 84,14% por Repsol-YPF S.A. y el Grupo Petersen (Eskenazi) en un 14,9%, luego de la llamada “argentinización” que consistió en la venta de ese paquete accionario por medio de préstamos de la propia Repsol y de bancos internacionales, en una operación que sólo se explica por las buenas relaciones entre el Gobierno argentino y la empresa multinacional.
La capacidad de refinación instalada (nominal) total de la Argentina es 833000 BPD (barriles por día), el equivalente a 99340 m3/d (metros cúbicos por día). De ese total, YPF posee una capacidad de aprox. 486400 BPD (58000 m3/d), aunque extrañamente su página web informa 50800 m3/d (1). A comienzos de la década del 90, la capacidad de refinación de YPF era prácticamente la misma que la actual, no habiéndose producido sino sólo aumentos de producción llegando a prácticamente al tope de su capacidad instalada. En el año 1994 la elaboración de crudos por parte de YPF fue de 16.014.000 m3 (siendo un promedio de 43874 m3/d), pasando a tener un máximo en el año 2007 de 20.317.000 m3 (promedio de 55664 m3/d). Aquí se puede observar el desarrollo de un plan estratégico en la YPF estatal que contemplaba un horizonte de 15-20 años, mientras que la actual YPF controlada por Repsol, hace funcionar las refinerías al tope de su capacidad. El corazón de las refinerías por donde pasa la totalidad del crudo que ingresa, las unidades de Topping (Destilación primaria de la que se obtienen los cortes de nafta, querosén, gasoil liviano y pesado y crudo reducido), se han mantenido inalterables.

Gráfico: Procesamiento de crudo en las refinerías de YPF

Este aumento de la producción se explica en la intención de Repsol de exportar la mayor cantidad de nafta posible. Durante los últimos años, YPF se benefició no solamente exportando crudo sino también exportando naftas elaboradas de alta calidad, aprovechando la baja alícuota de tasa por exportación de este producto que durante mucho tiempo tuvo el 5%, sobre todo después de la megadevaluación del 2001. Esta política de exportación indiscriminada, junto con la falta absoluta de inversiones para exploración, tuvo como consecuencia la abrupta disminución de las reservas de crudo, comprometiendo la disponibilidad en el futuro de un recurso estratégico no renovable.

Gráfico: Balance Nacional de Destilados livianos (Naftas)


Para ello, Repsol aplicó una política de mejoramiento de la calidad de las naftas, no solamente para exportación sino para imponer en el mercado interno el uso de la Nafta 97 Octanos (Fangio XXI). Por otro lado se buscó poder cumplir con la Resolución Nro 222/2001 de la Secretaría de Energía y Minería, que establecía un contenido máximo de azufre para el año 2006 de 50 ppm tanto en naftas como en gasoil, en una medida de aplicación medioambiental. Luego de varios años de no haber impulsado nuevas unidades de procesamiento de nafta, se lanzó en 2003 el plan de reducción de azufre a 50 ppm en naftas y gasoil. Para la Refinería La Plata en particular se construyó una nueva unidad de Fraccionamiento de Naftas de 200 m3/h (4800 m3/d), de manera de obtener distintos cortes ajustados de nafta destilada para las distintas unidades de la Refinería y su posterior procesamiento, y una nueva unidad de Hidrotratamiento de Naftas (HTN) de 60 m3/h (1440 m3/d) para reducir la cantidad de azufre e impurezas. Esta nafta mejorada luego es utilizada en el mezclado (blending) para obtener los productos finales que se venden en las estaciones de servicio.
Para una segunda etapa estaba planeada la construcción de una nueva unidad de Hidrotratamiento de Gasoil (HTG) de 208 m3/h (5000 m3/d) y el reacondicionamiento de una existente, para obtener gasoil con bajo contenido de azufre e impurezas, y una nueva unidad de Tratamiento de Gases Agrios con Aminas para el procesamiento del gas sulfuroso producto de las otras unidades y una nueva unidad de endulzamiento (eliminación de compuestos de azufre) de Naftas de FCC. Sin embargo, estos proyectos quedaron suspendidos al haberse prorrogado la puesta en vigencia de la Resolución de reducción de azufre en combustibles. Como una prueba más de las buenas relaciones entre el Gobierno Nacional y Repsol por medio del nuevo “socio” Enrique Eskenazi que firmó su incorporación a la participación accionaria de YPF con créditos de la propia Repsol y de bancos internacionales no aportando un solo dólar, la Resolución fue modificada varias veces para evitar que las refinerías realizaran las modificaciones y actualizaciones necesarias (Resolución Nro 1283/2006 y Nro 478/2009). Como indudablemente YPF marca el ritmo sobre las demás empresas dedicadas a la comercialización de hidrocarburos, el resto de las compañías también suspendieron sus proyectos.
Como gran noticia de confianza en el país y de “buen” inversor extranjero, fogoneado en los medios más importantes del país (recordemos que YPF es uno de los principales anunciantes de los grandes medios y sponsor de los más diversos eventos) y el Gobierno Nacional, presentándose como la mayor inversión en el parque nacional de refinación de los últimos 10 años, YPF anunció la construcción de una nueva unidad de CCR (Reforming con Regeneración Continua) que permitiría aumentar la capacidad de producción de nafta Súper y Premium en 900 millones de litros al año (2465 m3/d) por U$S 348 millones (2). Esta noticia fue presentada en forma falsa. El objetivo principal del CCR es el reemplazo del Magnaforming existente, construido en 1973, de la misma capacidad de carga de nafta (120 m3/h = 2880 m3/d) para una mayor producción de aromáticos (BTX = Benceno, Tolueno y Xyleno) que es materia prima de las petroquímicas para fabricar químicos y polímeros (plásticos). Al contar la nueva unidad con un mejor rendimiento, se hace necesario modificar unidades aguas abajo y aguas arriba, lo que totaliza el monto de inversión. Las naftas son un producto secundario de mejor calidad que la de la entrada. En la nueva unidad ingresa nafta y salen aromáticos y nafta de mejor calidad. Estas naftas pueden servir para la exportación o para cumplir con los requerimientos de la Resolución medioambiental de la Secretaría de Energía ya que uno de ellos es el limitante de la cantidad de aromáticos por ser cancerígenos.
La noticia, presentada como aumento de capacidad, no es tal. La capacidad de procesamiento de Crudo se mantiene, dado que se mantiene la capacidad de las unidades de Topping inalterable, el corazón de la refinería. El monto es ridículo comparado con las ganancias y el reparto de dividendos generada por Repsol en la última década, principalmente de la mano de YPF. Las ganancias de YPF en 2008 fueron 1.019,6 millones de dólares, siendo las del Grupo Repsol 3.450 millones de dólares (3), incluso menores a las del 2007 por la baja en el precio del crudo. El monto de la nueva unidad, que tantos halagos ha recibido en el mundo de los negocios energéticos, es de sólo un 34% de las Ganancias desinfladas de YPF S.A. del último año.
Este es sólo un ejemplo de la política que Repsol ha llevado a cabo durante los últimos 15 años desde la privatización de nuestra más importante empresa nacional hasta el día de hoy.
Repsol no invierte simplemente porque el precio que pagaron fue tan bajo que no vale la pena colocar dinero en recursos genuinos para, por ej., aumentar capacidad de procesamiento para el mercado interno. El funcionamiento a plena carga es suficiente para hacer rendir ese dinero inicial a tasas extraordinarias. Esta lógica, apegada al rendimiento individual y a la maximización de la ganancia, está completamente alejada al desarrollo estratégico que debe tener la industria del petróleo y refinados en nuestro país. Por otra parte, recordemos que el patrimonio neto está inflado por las reservas que no pertenecen a Repsol, sino a la Nación, ya que ellos sólo poseen los contratos de concesión de extracción de crudo. El crudo que está en el subsuelo es de todos los argentinos o, en todo caso, dada la legislación actual, de las provincias. Las tasas de ganancias sobre el patrimonio son más altas que las oficialmente informadas. Esas cifras se utilizan políticamente al mostrarle al público una cantidad supuestamente “invertida” mucho mayor a la efectivamente realizada, como si hubieran venido con dinero constante y sonante. La realidad es otra. Las divisas no se ingresan al país. La compra de la totalidad de YPF S.A. hasta llegar al 97,81% del capital se realiza en U$S 13.036 millones, no pudiendo comprobarse mediante la Balanza de Pagos tal magnitud en el ingreso de divisas, con lo que es de suponer que la mayor parte de los dólares quedaron afuera. Es la lógica de cualquier empresa extranjera.
A modo de comparación, ANCAP, la empresa estatal de hidrocarburos de Uruguay, sin petróleo propio debiendo importarlo, aumentó su capacidad de procesamiento de crudo de 37000 BPD (4412 m3/d) a 50000 BPD (5962 m3/d). La refinería es chica comparada con las de YPF, pero ellos han mantenido una política propia de producción de hidrocarburos elaborados para evitar tener que importar. Petrobras, la empresa estatal de hidrocarburos brasileña, es un caso de estudio aparte. Sus inversiones en toda la cadena están fuera de discusión. PDVSA, la empresa estatal de petróleos venezolana, es el mismo caso.
Las reservas de petróleo han caído. La política de exportación de hidrocarburos, sea en petróleo crudo o en naftas elaboradas, se han mantenido a pesar de ello, generando ganancias extraordinarias a las empresas. A pesar de ello, las empresas no han realizado las inversiones necesarias para mantener un plan estratégico a futuro que permita el desarrollo autónomo de nuestra industria nacional. El Gobierno Nacional no sólo ha mantenido el entramado energético implantado durante la década del 90, sino que lo ha profundizado con la ley de incentivo a la exploración y la ley corta de hidrocarburos que lo único que hacen es premiar a las empresas saqueadoras de nuestros recursos naturales. Lejos estamos de aquella YPF estatal generadora de trabajo, riqueza y planeamiento estratégico argentino.


Fuentes:
(1) http://www.ypf.com/ar_es/todo_sobre_ypf/conozca_ypf/ypf_argentina/refino_y_logistica/introduccion/default.aspx
(2) http://www.clarin.com/diario/2009/06/07/elpais/p-01934436.htm
(3) http://www.repsol.com/es_es/todo_sobre_repsol_ypf/informacion_para_accionistas_e_inversores/inf_economicofinanciera/informes_financieros/cuentas_anuales/

Martín Scalabrini Ortiz

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